lunes, 31 de diciembre de 2012

El año en el que se nos fue el Flaco

No puedo precisar en qué momento exacto de mi adolescencia empecé a escuchar a Luis Alberto Spinetta. Supongo que fue allá por mediados de los setenta, cuando armábamos aquellas grabaciones truchas en la casa de un amigo de la primaria. Recuerdo la furia y la crudeza de “Post-crucifixión”, el primer tema de Lo Mejor de Pescado Rabioso, álbum recopilación editado en 1976. Lo escuchábamos una y otra vez. Qué riff, mamita.
Entre tanto vinilo desparramado también andaba por ahí el primero de Invisible, el de la tapa con el charco de Escher. Recuerdo la exquisitez jazzera de “Jugo de lúcuma”, con un comienzo que se hacía rogar porque antes había que fumarse una interminable introducción con sonidos de misterio. Ni hablar de “Irregular”, otra pieza que ponía en duda que eso fuera hecho en Argentina y por flacos que apenas sobrepasaban los veinte años. Tan increíble como componer un tema llamado “Lo que nos ocupa es esa abuela, la conciencia que regula el mundo”. ¿A quién se le podía ocurrir? A Spinetta y compañía, sin dudas.
 
Luego llegaron a mis oídos el segundo y tercer álbum de Invisible, Durazno sangrando y El jardín de los presentes respectivamente. El que no tuviera acceso a las placas originales podía pescar algún que otro tema en la radio a través del programa Embajadores Ventil o en el Flecha Juventud de Badía. En esa época ya existían las radios con reproductor de cassette, y era cuestión de permanecer atentos para apretar “REC” apenas sonara el tema que estábamos esperando. El Jardín de los presentes contaba, además, con una especie de ancho de espadas, ese maravilloso himno tanguero-futurista que fue -y es- “El anillo del Capitán Beto”. Mi fanatismo por Guillermo Vilas y la letra del tema me inspiraron para dibujarlo tripulando una nave espacial con forma de raqueta. Con el banderín de River, por supuesto. El músico y el tenista eran amigos y se admiraban mutuamente. Quién te dice que no haya sido el gran Willy el que me llevó a Spinetta. Ahora que lo pienso...
 
El mismo Vilas fue el artífice de Only love can sustain, el único disco del Flaco cantado en inglés y grabado en los Estados Unidos. Es más, Willy había escrito la letra del tema “Children of the bells”. El trabajo tuvo poca difusión en la Argentina y las críticas fueron impiadosas, pero a mí me gustaba porque tenía una fuerte impronta funk y soul. Hasta en eso lo banqué. Un par de años antes había visto la luz A 18’ minutos del sol, un álbum súper elaborado y quizás el precursor de lo que sería el futuro sonido de Jade. Ya empezaba a acompañarlo en teclados el genial Diego Rapoport. “Toda la vida tiene música, hoy”, anunciaba el corte número 6. Una declaración de principios.

La poesía del Flaco también me deslumbraba y despertaba en los que estaban a mi alrededor todo tipo de reacciones, buenas y no tanto. “No entiendo las letras, qué querés que te diga”, fue siempre la respuesta de algunos amigos ante la sola mención de la música de Spinetta. Y eso que no habían ojeado su críptico libro de poemas “Guitarra Negra”, el que todavía conservo junto a los de Vilas. Yo evitaba contradecirlos porque aún hoy creo que sus coloridas metáforas no tienen explicación. Forman parte secretamente del imaginario de cada uno.
 
El desembarco de Spinetta Jade fue, en cierta medida, el broche de oro de una evolución musical -a nivel nacional y personal- que también involucraba a La Máquina de Hacer Pájaros y a Serú Girán. Como para no alcanzar el Olimpo de la perfección con monstruos de la talla de Diego Rapoport, Beto Satragni, Leo Sujatovich, Frank Ojstersek, César Franov, Lito Epumer, el Mono Fontana y Pomo Lorenzo, entre otros. A propósito de este último, nunca le perdoné al Flaco haberlo cambiado por una batería digital en Madre en años luz.
 
Unas cuatro o cinco veces fui a ver a Jade en vivo. Record para mi escasa concurrencia a recitales. Temas como “Amenabar”, “La diosa salvaje”, “Digital Ayatollah”, “La herida de Paris”, “Un viento celeste”, “Vida siempre”, “Bajo Belgrano”, “Mapa de tu amor” y “Amarilla flor” pasaron a convertirse en faros musicales que alumbraban el camino a seguir. También lo fueron los álbumes Kamikaze y Mondo di cromo, editados en paralelo a Jade y con la colaboración de algunos miembros de la banda. Descubríamos el sonido cristalino de la guitarra Ovation. La canción llegaba hasta el sol.
 
Tras la separación, el Flaco sacó a la cancha al exquisito Privé, aunque para mi personalísima y humilde opinión, el prolífico Spinetta que vino a partir de aquí no fue todo lo parejo que había sido hasta ese entonces. Repito, para mi gusto. Igual no me importaba. Los grandes artistas son como esos genios del fútbol que no tocan la bocha en todo el partido pero en dos jugadas te lo definen. Por eso me alcanzaba con obras maestras como “La bengala perdida”, “Como un perro”, “Ganges”, “Dime la forma”, “Fina ropa blanca”, “Mi sueño de hoy”, “Adentro tuyo”, “Correr frente a ti”, “Canción de noche” y muchas otras.
 
Escribir en pocas líneas cómo arrancó mi pasión por Luis Alberto Spinetta fue algo que me impuse como condición antes de que se termine 2012. Quise que sea el último post del año de este blog cuyo nombre, ya de por sí, es un homenaje a él.
 
“Un sueño de luz, como un amanecer, no pasará al olvido...”
 
 

 
Poseída del alba/Credulidad/Despiértate nena/Post-crucifixión
 

 
Jugo de lúcuma

3 comentarios:

Vicente Costantini dijo...

Gracias por este testimonio tan sentido y personal sobre la música del Flaco. Me siento muy identificado con muchas de las cosas que dijiste. Te invito a leer mi post sobre mi relación con la música del Flaco, y sobre el aporte que le hizo Tommy Gubitsch a Invisible: http://costumbresdelosalcobranes.blogspot.com.ar/2011/07/tomas-gubitsch-el-musico-invisible.html

Vicente Costantini dijo...

Ah, y buen nombre para el blog. Llegué acá gracias a él.

Armando De Giácomo dijo...

Gracias por pasar, Vicente!!
Me alegro que te haya gustado el post. Fue un homenaje (como si el nombre del blog no lo fuera) que decidí hacerle al Flaco antes de que culminará el año de su desaparición física.
Con respecto a Tommy Gubitsch e Invisible, antes de dar el show del 2009 en Vélez, Spinetta les consultó a Machi y a Pomo si querían que éste (Gubistsch) estuviese presente. Ellos le dijeron que no, que preferían respetar el formato de trío.
Podés verlo acá en el minuto 17:26:
http://www.youtube.com/watch?v=AL-q9MyWMwg

Saludos y ya estoy yendo a visitar tu blog.